*Por Emilia Guevara
Cuando se escucha a Alfredo Schiavoni, uno no puede evitar preguntarse si estamos ante un análisis serio y fundamentado o ante una excusa vacía para justificar la inacción y el abandono de los productores misioneros. Schiavoni, exdiputado y figura vinculada al puertismo de lo ‘90, no solo elude la complejidad del problema de la yerba mate en Misiones, sino que parece estar más preocupado por su agenda personal y política que por encontrar soluciones reales para el sector. Su propuesta de desentenderse de la intervención estatal en el mercado yerbatero resulta no sólo peligrosa, sino profundamente desconectada de las necesidades reales de los productores.

Primero, que Schiavoni hable de «responsabilidad» mientras defiende una postura absolutamente desinteresada por el bienestar de los trabajadores rurales, es cuando menos contradictorio. Este mismo personaje, vinculado a un sector político conocido por sus manejos turbios y su falta de compromiso con las necesidades del sector (conocidas son las denuncias por la trata de personas), debería tener cuidado al hablar de “irresponsabilidad”. Es el mismo Schiavoni quien ha sido cómplice de las políticas que han hundido a Misiones en la pobreza y la desigualdad en los años noventa. Su crítica a las intervenciones del Estado para resolver la crisis yerbatera obvia una realidad: en Misiones, el sector yerbatero no puede sobrevivir sin un marco de protección. La intervención es necesaria para evitar que los pequeños productores sean absorbidos por los grandes conglomerados industriales, que imponen precios abusivos mientras se enriquecen a costa de la sobreexplotación del trabajo rural.
Schiavoni también habla de «soluciones globales» para el agro misionero, pero se olvida de mencionar que, en el caso de la yerba, no estamos hablando de un simple commodity que se regule solo por la oferta y la demanda. La yerba mate tiene una particularidad: es un cultivo autóctono tradicional, emblemático para nuestra provincia, y forma parte del alma de Misiones. El mercado mundial de la yerba, como Schiavoni señala correctamente, es cada vez más competitivo, y si dejamos que las leyes del mercado actúen sin ningún tipo de regulación, lo que conseguiremos es una desarticulación aún mayor del sector. Lo que necesita Misiones es un fortalecimiento de la cadena productiva yerbatera, no la eliminación de las políticas de apoyo.
El gobierno provincial ha demostrado, a través de diversas iniciativas, su compromiso con la defensa de los productores de yerba mate. Es cierto que el sector no está exento de dificultades, pero es inaceptable que figuras como Schiavoni hagan un análisis simplista que ignora los esfuerzos por mejorar la competitividad del sector. Mientras que él se enfoca en hablar de «precios altísimos», se olvida de señalar que estos «altísimos precios» son en realidad la única respuesta viable ante la continua caída de los ingresos de los pequeños productores, quienes, si no se los apoya con políticas de precios justos, simplemente desaparecerán del mapa productivo.
Es necesario poner en contexto la crítica de Schiavoni. Si bien es cierto que las intervenciones del Estado a veces no son suficientes para resolver todos los problemas del sector, los logros de la actual administración provincial no deben ser minimizados. A lo largo de los años, el gobierno de Misiones ha buscado alternativas para fortalecer la producción yerbatera y la agricultura en general. La ley de la yerba mate, el impulso a la investigación y a la mejora en la calidad del producto, y las políticas de comercialización a través de canales alternativos, son prueba de un compromiso que Schiavoni parece desconocer o querer ignorar por completo.
En cuanto a la acusación de que el INYM no ha recurrido a la ley de Defensa de la Competencia, cabe recordar que la implementación de esta ley en un sector tan específico y tradicional como el yerbatero requiere no solo de un marco legal, sino de una voluntad política y una intervención concreta por parte del Estado, cosa que ha sido parcialmente cumplida, pero sigue siendo insuficiente. Si Schiavoni estuviera realmente interesado en defender a los productores, se estaría sumando al esfuerzo para fortalecer estas instituciones, no simplemente echando mano de un análisis superficial que no contribuye en nada al debate real.
Finalmente, la propuesta de desentenderse del problema y dejar que el mercado regule todo, es una receta para el desastre. No podemos permitir que se deje en manos de los grandes jugadores del mercado y de la especulación financiera el destino de uno de los sectores productivos más importantes de la provincia.
Lo que Schiavoni no entiende, o no quiere entender, es que la yerba mate no es solo un negocio, es una tradición que forma parte del patrimonio cultural de Misiones. El gobierno provincial ha demostrado que puede encontrar un equilibrio entre las demandas del mercado y las necesidades de los productores, y por eso merece nuestro apoyo. Lo que hace falta es más acción y menos demagogia.
*Periodista (USAL)
Maestrando en Gobierno (UBA).